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06/05/2022 16:40:55

Y si todo no fuera tan malo...

Dice el refrán que a río revuelto ganancias de pescadores… Vale, pero dependerá de cuándo las aguas vuelvan a su cauce... podría decir usted.

Y si todo no fuera tan malo...

Los mercados financieros, a pesar de que muchas veces nos empeñemos en que sí, no son ni blancos ni negros. Es decir, la flexibilidad a la hora de tomar nuestras decisiones de inversión debe de ser un elemento clave, por lo que en este artículo vamos a intentar analizar la intensidad del gris.

Cuando hace tan solo unos meses las bolsas vivían en una eterna euforia, hoy el miedo y el pesimismo se han instalado en los mercados. Índices como el Nasdaq sufren caídas de un 20% y los tipos en Estados Unidos han pasado de cotizar del 1% al 3%.

¿Qué es lo que ha pasado? Las políticas ultra laxas de los bancos centrales y las ayudas directas y fiscales de los estados para paliar los efectos de la crisis del coronavirus han provocado inflación. Es decir, han mantenido la demanda y sin embargo la oferta, tras reducirse por la crisis del Covid, no ha vuelto a los niveles anteriores. La política de Covid 0 en países productores de componentes, que suspende o ralentiza la cadena de suministro, y la guerra de Ucrania, que encarece las materias primas como el petróleo o el gas, agudizan más la espiral inflacionista.

Ante esta situación, los bancos centrales han empezado a endurecer su política monetaria. La Reserva Federal norteamericana ha subido los tipos de interés en 50 pb y ha anunciado la pauta para la reducción de su balance. Dentro de los bancos centrales que no están siguiendo está pauta está Japón, ya que allí la inflación está al 1,2%.

¿Qué buscan los bancos centrales? Una ralentización de la economía que relaje la inflación y dar valor al dinero, pero unos tipos de interés tan por debajo del tipo de la inflación elimina el valor monetario.

El pánico instaurado en los mercados ha generado miedo a una recesión económica, sin embargo, índices económicos adelantados como los PMI en los países con riesgo inflacionista están descontando una desaceleración (necesario tras los excesos que la economía tuvo en el 2021, sobre todo en el mercado inmobiliario) pero no una recesión.

Desde luego, unos tipos de interés en USA por encima del 3,5%, un petróleo por encima de 140$, un gas disparado y unos costes laborales en aumento no es una buena música para la economía. Sin embargo, en su última reunión, la Reserva Federal norteamericana descartó una subida de tipos tan agresiva como la que descuenta el mercado. Hoy somos menos dependientes del petróleo que hace 14 años, cuando estalló la crisis financiera, con el calor en el hemisferio norte se consume menos gas y los fuertes vientos de cola que traía la economía, como vemos en los últimos datos de empleo o en los beneficios de las compañías del S&P 500, que crecieron un 43% en el año 2021, son argumentos que pueden reducir el miedo instalado en los mercados y dar una visión más positiva de la evolución de los mismos.

También los confinamientos en países como China o Vietnam, que son los que están provocando interrupciones en la cadena de suministro, deben de ir normalizándose y debe despejarse la incógnita de la extensión del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania a países limítrofes, quedándose confinado al ámbito de las actuales operaciones, como lleva desde el 2014. Además, esta crisis geopolítica supone un apoyo adicional a la unidad de la Unión Europea y agilizar el proceso de integración de las instituciones europeas para atacar de forma conjunta cuestiones claves, como la del mix energético europeo futuro.

Como siempre, hay motivos para ver el vaso medio vacío o medio lleno, dependerá de cómo veamos la intensidad del gris. Ahora, hoy el precio de los activos tienen valor a diferencia de noviembre del 2021.

Marcos Sánchez Cid es gestor financiero senior en Ursus 3 Capital A.V.


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