¿Será Corea del Sur el nuevo foco de inversión tras su giro político?
La oposición se ha impuesto en Corea del Sur, cerrando una etapa convulsa que comenzó a finales del año pasado con la declaración de ley marcial por parte del entonces presidente Yoon Suk-yeol, y poniendo fin a tres años de Gobierno conservador. La pregunta ahora es si este giro político, anticipado por las encuestas, mejorará la situación económica del país y lo convertirá en un nuevo foco de inversión internacional.

NUEVO PRESIDENTE, NUEVA ESTRATEGIA
Lee Jae-myung, el nuevo presidente surcoreano del Partido Democrático (PD), ya se había postulado a la presidencia en 2022 con un programa progresista centrado en la redistribución de la riqueza y el aumento del gasto social. Sin embargo, en esta campaña ha moderado su discurso, acercándose al centro y poniendo el foco en el crecimiento económico, dejando en segundo plano propuestas como la renta básica universal o el aumento de impuestos sobre la riqueza inmobiliaria.
Desde ING señalan que, pese al giro moderado, sus políticas siguen alineadas con un enfoque progresista, priorizando el bienestar social y la equidad en los mercados. Se anticipa, por tanto, un incremento del gasto público orientado al apoyo de hogares y pymes, así como inversiones en inteligencia artificial y mejoras en la gobernanza empresarial. Este último aspecto, según JP Asset Management, podría traducirse en decisiones corporativas más eficientes y atractivas para el inversor extranjero.
PLAN FISCAL EN MARCHA
Los índices bursátiles coreanos reaccionaron positivamente este miércoles a la toma de posesión de Lee: el Kospi subió más de un 2 % y el Kosdaq, más del 1 %. También se anticipa una apreciación del won surcoreano, impulsado por un entorno político más predecible y por la debilidad del dólar frente a otras divisas asiáticas.
TD Securities identifica dos catalizadores para la moneda: un inminente paquete fiscal y un posible acuerdo comercial rápido entre Corea del Sur y Estados Unidos. Lee prometió durante la campaña un presupuesto extraordinario superior a los 30 billones de wones (unos 21.000 millones de dólares), que podría añadir 0,2 puntos al PIB de 2025. La relación deuda/PIB de Corea sigue siendo manejable, por lo que los mercados podrían acoger el estímulo sin excesivas reticencias.
Desde ING prevén que una parte significativa del gasto se canalice en forma de transferencias directas y vales de consumo para hogares, medidas que si bien tienen un menor efecto sobre el crecimiento, pueden aliviar tensiones sociales y dinamizar la economía local. Las inversiones estructurales en IA e I+D, por su parte, probablemente se reserven para el presupuesto del próximo año.
En el mercado de bonos, la curva de rendimientos ya se ha empinado ante la expectativa de mayor emisión de deuda. Aunque esto podría traducirse en un aumento de los rendimientos a largo plazo, una política fiscal más expansiva también podría hacer que el Banco de Corea recorte menos sus tasas de interés, limitando la caída en el tramo corto. Aun así, los analistas advierten que un desequilibrio fiscal prolongado podría poner en entredicho la sostenibilidad de las cuentas públicas. Con todo, incluso si la deuda supera el 50 % del PIB —aún por debajo de la mayoría de economías avanzadas—, el riesgo se considera bajo.
RELACIONES CON EEUU: PRAGMATISMO SIN RENUNCIAR A LA FIRMEZA
En política exterior, se espera que Lee impulse una diplomacia más pragmática, centrada en los intereses económicos de Corea y no tanto en cuestiones ideológicas. Reafirmará la alianza trilateral con Estados Unidos y Japón, clave en defensa, pero también intentará mejorar las condiciones para salvaguardar la seguridad económica del país.
Está previsto que Corea y EEUU elaboren un paquete de medidas antes del 8 de julio, aunque se anticipa que Lee solicite una prórroga para negociar con mayor margen. Según ING, el acuerdo podría incluir un aumento del gasto militar destinado a las tropas estadounidenses en suelo surcoreano, una mayor inversión en sectores estratégicos de EEUU (automoción, acero, infraestructuras) y una ampliación de las importaciones de productos estadounidenses, sobre todo agrícolas. A cambio, Corea del Sur exigirá la eliminación de aranceles recíprocos y una exención fiscal temporal para sus exportaciones de automóviles.
Consciente de la dificultad de negociar con la administración Trump, Lee ha afirmado estar dispuesto a hacer lo necesario para defender los intereses nacionales. “Tengo un número decente de cartas para negociar”, declaró. Y con su característico tono directo, añadió en una entrevista con CBS: “Me arrastraría entre las piernas de Trump si fuera necesario para ayudar a mi pueblo”.
UNA OPORTUNIDAD EN TIEMPOS DE CAMBIO
El nuevo gobierno surcoreano enfrenta una tarea compleja: reactivar la economía, restaurar la confianza de los mercados y reposicionar al país en el escenario geopolítico. Si logra combinar estabilidad política, impulso fiscal e inteligencia diplomática, Corea del Sur podría no solo recuperarse del reciente periodo de inestabilidad, sino también consolidarse como uno de los destinos de inversión más atractivos de Asia.
Como señaló recientemente Christine Lagarde, “los momentos de cambio pueden ser momentos de oportunidad”. Y Corea del Sur parece decidida a aprovechar el suyo.