Bolsas imparables: cuando la codicia vence al miedo y los inversores ignoran las alertas
"La codicia siempre es mucho más difícil de revertir que el miedo, y los inversores son más propensos a mantener la cobertura y la rotación del verano que a realizar grandes posiciones cortas y retirarse".

Esta era de una de las conclusiones que lanzaba Bank of America (BofA) el pasado mes de julio a partir de la encuesta global que la entidad realiza a gestores de fondos. Desde luego, no puede ser más acertada.
La codicia, una de las emociones clave que determinan el comportamiento de los inversores y que se analiza en Finanzas Conductuales, está actualmente instalada en el mercado, aferrada con uñas y dientes. Y todo lo que pueda generar miedo —otra de las emociones determinantes— literalmente resbala: no cala en absoluto entre los inversores, que quieren seguir y seguir hacia adelante.
EL ARTE DE OBVIAR LO MALO
¿Han dejado de preocupar los aranceles?
Cabe hacerse la pregunta si tenemos en cuenta, primero, que tras el Día de la Liberación, las noticias relacionadas con este asunto han tenido impacto puntual pero controlado; y, segundo, que las últimas informaciones ni siquiera han tenido efecto.
El anuncio, a principios de mes, de que un tribunal estadounidense ha declarado ilegales los aranceles de Donald Trump apenas ha tenido peso en bolsa. En cuanto a los bonos, sí se han tensionado por el temor a que Estados Unidos tenga que devolver lo recaudado, lo que ahondaría en su déficit. Es decir: lo que antes era bueno —quitar los aranceles— ahora se percibe como malo. En cualquier caso, todo muy efímero y poco duradero.
Tampoco preocupan las idas y venidas de Trump y la Reserva Federal (Fed). De hecho, la continuidad del rally en los últimos días se atribuye a la certeza de que habrá un recorte de tipos el próximo 17 de septiembre. Lo demás —si Trump carga contra Jerome Powell, si peligra la independencia de la Fed con el despido de Lisa Cook—, parece importar poco o nada.
LA POLÍTICA Y LA GEOPOLÍTICA, NI SE TIENEN EN CUENTA
Ahí están Francia, con una crisis salvada pero no superada; Japón, con la salida de su primer ministro; los ataques con drones rusos sobre Polonia; una guerra en Ucrania que parece interminable; la situación en Gaza... Y, sin embargo, nada de esto repercute en los mercados.
En otro momento, una noticia como la de Polonia esta misma semana habría tensionado las bolsas europeas. Lo de Francia y la caída del Gobierno, también habría tenido impacto.
En lugar de eso, Europa sigue subiendo sin inmutarse, Japón marca nuevos máximos históricos por encima de los 44.000 puntos, el petróleo se mantiene estable... Nada asusta, todo resbala, todo sobra.
Los bonos han creado momentos de inquietud puntuales —a ambos lados del Atlántico y también en Japón—, pero eso también se ha disipado. Los análisis de los expertos se apoyan en la relativización: en Francia no habrá crisis de deuda, mientras Macron siga la estabilidad está asegurada; en Japón habrá continuidad con el sustituto; el petróleo podría tensionarse, pero de forma controlada....
Y EEUU, EN MÁXIMOS HISTÓRICOS
Mientras, Wall Street no para de marcar récords. La inflación sigue preocupando, el crecimiento (empleo) también —de ahí la bajada de tipos que prepara la Fed—, pero las bolsas prefieren celebrar ese recorte que inquietarse por la debilidad de la primera potencia económica mundial.
Tampoco se dramatiza ya el efecto de los aranceles sobre la inflación. Sí lo tienen, pero ahora se empieza a pensar que quizá Trump y Scott Bessent tenían razón y que no era para tanto, y que había que bajar tipos...
Y así van pasando los días, y las bolsas siguen subiendo en buena medida apoyadas en la tecnología, que no deja de invertir millones en EEUU. Gigantes como Apple, que lanza nuevos productos, u Oracle, que se dispara tras anunciar resultados y previsiones. Y siempre con la inteligencia artificial (IA) como gran temática de inversión. Una IA que se considera que aún está en pañales, y que tendrá una repercusión mucho mayor tanto en las compañías directamente implicadas en desarrollarla como en las compañías que, en una instancia, se beneficiarán de su aplicación.
Eso es lo que se está descontando: el potencial del momento tecnológico que vivimos. Eso es lo que sostiene a Wall Street.
CANSANCIO ANTE LAS MALAS NOTICIAS
Y luego están las explicaciones de las Finanzas Conductuales, y concretamente de lo que tiene que ver con el miedo. ¿Qué pasa cuando al inversor se le bombardea con noticias negativas, una tras otra, en las que Trump ha sido protagonista en el 90% de los casos?
Que esas noticias dejan de calar. Es decir, dejan de provocar miedo para no provocar nada.
Es la fábula de Pedro y el Lobo: tantos avisos de que venía el lobo que, cuando llegó, nadie lo creyó. O, mejor dicho, a todo el mundo le dio igual.



