Adiós Palantir, hola salud: la nueva apuesta bursátil de Druckenmiller
Stanley Druckenmiller no es un inversor cualquiera. Es una leyenda viva de Wall Street, incapaz de firmar un solo año en pérdidas durante tres décadas. Cuando este veterano decide mover ficha, el mercado le escucha. Y su último cambio de rumbo es un golpe en la mesa: adiós Nvidia, adiós Palantir… y hola a la revolución médica del peso.

¿Está abandonando la IA justo antes del próximo salto? O, más bien, ¿está llegando el turno de otro gran ganador?
DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL A LA SALUD DEL FUTURO
Durante años, Druckenmiller fue un gran creyente en las tecnológicas de inteligencia artificial. Pero con subidas del 1.400% en Nvidia y del 2.300% en Palantir en apenas tres años, el multimillonario parece haber considerado que la valoración ya era demasiado exigente. De hecho, en los últimos meses ha vendido todas sus acciones de ambas compañías, pese a reconocer que Nvidia es “una empresa maravillosa”.
¿Por qué ha tomado esta decisión? Según recoge la analista Adria Cimino, de The Motley Fool, la subida había sido tan fuerte que el riesgo empezaba a pesar más que la oportunidad.
Pero Druckenmiller no está fuera del juego. Solo ha cambiado de tablero.
LÍNEA DIRECTA AL MERCADO MÁS CALIENTE DE LA DÉCADA
El gestor está entrando con fuerza en un área que despierta el interés global: los medicamentos para adelgazar. Un mercado que vale 28.000 millones de dólares hoy y podría alcanzar los 95.000 millones a final de esta década, según Goldman Sachs.
Estas son sus dos elegidas:
- Eli Lilly — líder imbatible en el sector.
- Viking Therapeutics — aspirante con potencial de gigante.
Druckenmiller ya controla 100.675 acciones de Lilly y 549.295 de Viking. No está tanteando el terreno: está apostando fuerte.
EL CASO LILLY: DEMANDA DESBORDADA Y CRECIMIENTO EXPLOSIVO
Lilly tiene algo más que una fórmula para adelgazar: tiene una fuente de ingresos que está reventando previsiones. Los datos hablan solos:
- Crecimiento del 54% en ingresos trimestrales gracias a su cartera de fármacos para la obesidad.
- Demanda muy superior a la oferta en EEUU.
- Competencia vencida, por ahora.
Como recuerda Cimino: “Lilly ya está generando ingresos multimillonarios en este mercado de alto crecimiento”.
VIKING: MENOS TAMAÑO, MÁS PALANCAS
Si Lilly es el líder consolidado, Viking es la estrella emergente. No ha lanzado aún su primer fármaco, pero ya muestra resultados clínicos sólidos y está cerca de la meta regulatoria.
Para Cimino: “Viking podría unirse pronto a este mercado de rápido crecimiento, donde hay espacio suficiente para que varios actores ganen”.
La clave: si su medicamento llega al mercado, la revalorización podría ser brutal.
PALANTIR: RESULTADOS SÓLIDOS, PERO VALORACIÓN EXIGENTE
El caso de Palantir ilustra bien la decisión del multimillonario. La empresa ha vuelto a batir expectativas con sus resultados, pero los analistas siguen advirtiendo de una valoración muy exigente tras su meteórica subida en bolsa, con dudas sobre hasta dónde puede llegar el crecimiento en el corto plazo.
La compañía genera titulares, potencia narrativa… pero también la sensación de que gran parte del futuro ya está descontado en precio. Y eso, para Druckenmiller, es una señal de que quizá ha llegado el momento de recoger beneficios y mirar más allá.
SEGUIR LOS PASOS DEL GENIO… PERO CON CABEZA
¿Significa esto que toca vender toda la IA e ir de cabeza al sector salud? Cimino evita los extremos:
“Nvidia y Palantir siguen siendo apuestas de crecimiento a largo plazo. Pero los inversores más cautos pueden preferir la estabilidad del sector sanitario”.
Aquí nace el matiz que diferencia a los grandes inversores de los demás: no es lo mismo abandonar una tendencia… que adelantarse a la próxima.
CONCLUSIÓN: UNA LECCIÓN DE TIEMPO Y DE TEMPLE
El movimiento de Druckenmiller no es una renuncia a la inteligencia artificial. Es una declaración de principios: el mercado cambia, y el dinero inteligente cambia con él.
La transición hacia un mundo más saludable, donde perder peso es una prioridad médica y económica, podría ser tan disruptiva como la propia IA. Quizá, dentro de unos años, miremos atrás y pensemos: él lo vio antes.
Porque si un inversor capaz de ganar durante treinta años seguidos apuesta a algo… vale la pena, como mínimo, prestar atención.



