Tras los pasos de Nvidia y Apple: los dos candidatos al club del billón
Hay clubes que no necesitan invitación, solo resultados. El de las compañías con una capitalización superior al billón de dólares es uno de ellos, reservado a gigantes como Apple, Microsoft, Alphabet o Nvidia.

Pero si algo deja claro la nueva ola de inversión global es que el trono de las tecnológicas no está cerrado. Y dos aspirantes, Visa y ASML, podrían ser las próximas en cruzar esa línea mágica antes de 2030.
VISA, EL GIGANTE DISCRETO DEL FINTECH
Visa se ha convertido en el auténtico motor silencioso del consumo global. Con una capitalización de 650.000 millones de dólares y un crecimiento del 14% interanual en sus ingresos, la compañía se mantiene como el mayor procesador de pagos del planeta. “Visa es una máquina de beneficios con un margen EBIT del 67% y una red imbatible”, explica Brett Schafer, analista de The Motley Fool.
El número de tarjetas Visa en circulación superó los 4.800 millones el último trimestre, lo que consolida su dominio en el ecosistema de pagos digitales. Cada transacción deja un pequeño porcentaje en sus arcas, lo que convierte a la inflación en aliada: cuanto más suben los precios, más ingresa la compañía. “Su modelo de negocio no solo resiste la inflación, se beneficia de ella”, añade Schafer.
Además, la empresa mantiene una fortaleza competitiva casi inexpugnable: bajo apalancamiento, flujo de caja libre de 22.000 millones de dólares y una marca que es sinónimo de confianza. Con una ratio PER de 33 veces, el mercado ya paga una prima por su calidad, pero el analista lo tiene claro: “Visa es el tipo de compañía que puede crecer lentamente… hasta que un día te das cuenta de que vale un billón”.
ASML, EL MOTOR INVISIBLE DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Mientras Visa cobra cada compra, ASML fabrica las máquinas que hacen posible el futuro. La compañía neerlandesa es la única en el mundo capaz de producir equipos de litografía ultravioleta extrema (EUV), sin los cuales sería imposible fabricar los chips que alimentan la revolución de la inteligencia artificial.
“ASML es una pieza insustituible del engranaje tecnológico”, destaca Schafer. Sus ingresos podrían duplicarse hasta los 70.000 millones de dólares en 2030, según las previsiones de la compañía. Con una capitalización actual de 396.000 millones y un margen operativo del 35%, "la firma tiene todavía un recorrido inmenso".
Su volatilidad trimestral no debe engañar: el negocio está prácticamente vendido a largo plazo. “Ha agotado su capacidad de producción durante años, y la demanda de chips sigue acelerando”, recuerda el experto. Si alcanza los niveles de beneficio esperados y logra elevar su margen por encima del 40%, ASML podría superar la barrera del billón con un múltiplo razonable de mercado.
EL NUEVO PODER DEL CAPITAL PACIENTE
En tiempos dominados por narrativas de moda, desde los coches eléctricos hasta las startups de IA generativa, tanto Visa como ASML representan una virtud olvidada: la constancia. Son compañías que no dependen del ruido del mercado, sino de tendencias estructurales, el consumo digital y la computación avanzada, que difícilmente se revertirán.
“El mercado suele premiar la paciencia”, subraya Schafer. “Los inversores que miren más allá del trimestre descubrirán que el billón no es una fantasía, sino la consecuencia lógica del crecimiento sostenido”.
Y esa es, precisamente, la lección que dejan estos dos gigantes en ciernes: el futuro del billón de dólares ya no pertenece solo a Silicon Valley. Está en manos de quienes cobran cada transacción del planeta… o de quienes fabrican el cerebro de la próxima revolución. Para el inversor a largo plazo, ambos nombres merecen un hueco permanente en el radar, y quizás también en la cartera.




