Qué debe tener en cuenta un inversor para elegir fondos, indexarse o escoger empresas para comprar acciones
Para saber qué le conviene más, la pregunta fundamental que debería hacerse alguien que quiere empezar a invertir no es “¿en qué invierto?” sino “¿cuánto tiempo real puedo dedicar al análisis y seguimiento de mis inversiones?”. Esta respuesta determina automáticamente la estrategia óptima.

Si dispones de menos de una hora semanal, la indexación es tu única opción racional. Intentar hacer stock picking (selección de acciones) sin suficiente dedicación es una receta para perder dinero. Aproximadamente el 90% de los fondos activos no baten a su índice de referencia en períodos de 15 años, y eso con equipos profesionales trabajando a tiempo completo. El tiempo que puedes dedicar es clave en los resultados que obtienes. Si puedes aumentar el tiempo de dedicación y tienes formación financiera, el análisis de acciones individuales cobra sentido. También puedes acceder a operar con estrategias con opciones para generar ingresos o realizar coberturas. Estrategias como la Covered Call o la Collar Trade pueden ser una buena solución para la mayoría de inversores.
La coherencia entre el perfil que crees tener y el que tienes es muy importante para el éxito a largo
El segundo filtro es el capital disponible. Con menos de 50.000€, la diversificación adecuada mediante acciones individuales es prácticamente imposible. Los costes de transacción y el riesgo de concentración hacen que los ETFs sean más eficientes. Finalmente, evalúa tu tolerancia real al riesgo. Muchos inversores creen que pueden soportar la volatilidad hasta que ven su cartera caer un 40% mientras que el S&P 500 solo baja un 20%. La coherencia entre el perfil que crees tener y el que tienes es muy importante para el éxito a largo plazo.
El error más frecuente n la compra de acciones es confundir una buena empresa con una buena inversión
En algunos tipos de inversor encaja mejor escoger fondos indexados. Esta opción ofrece tres ventajas fundamentales que son difíciles de superar: costes mínimos, diversificación automática y eliminación del riesgo de gestor. Un ETF sobre el S&P 500 como el SPDR (SPY) tiene un ratio de gastos totales (TER) del 0,09% anual, mientras que un fondo activo promedia el 1,5-2%. Esta diferencia de costes, aparentemente pequeña, representa una pérdida de rentabilidad del 25-30% a 30 años por el efecto del interés compuesto. Matemáticamente, un gestor activo necesita batir al índice por más de 2 puntos anuales solo para compensar sus comisiones. La diversificación instantánea elimina el riesgo específico de empresa.
Cuando inviertes en el MSCI World, tu exposición a la quiebra de una empresa individual es del 0,02%. Con una cartera de 10-15 acciones, ese riesgo se multiplica. Los fondos indexados encajan perfectamente en inversores con las siguientes características: patrimonio inferior a 100.000€ (donde los costes de diversificación son prohibitivos), disponibilidad temporal limitada y aversión al riesgo de elección de empresas individuales.
También son ideales para la parte “core” de carteras más sofisticadas. Incluso gestores profesionales utilizan indexación para un porcentaje muy alto de sus posiciones, reservando el stock picking para oportunidades específicas.
La indexación no es pasividad, es reconocer que batir al mercado consistentemente requiere ventajas competitivas que la mayoría de los inversores individuales simplemente no poseen.
Criterios clave para evaluar un fondo de inversión antes de invertir en él
El análisis de un fondo requiere un enfoque sistemático que va más allá de la rentabilidad pasada. El primer filtro son las comisiones: TER superior al 1,5% en renta variable o 1% en renta fija son señales de alarma inmediata. Pero hay costes ocultos como el turnover ratio: fondos con rotación superior al 100% anual generan costes de transacción que erosionan la rentabilidad.
El segundo criterio es la consistencia del equipo gestor. Un fondo estrella cuyo gestor se marchó hace dos años no es recomendable. Analiza la permanencia del equipo y su track record individual. El “information ratio” es más revelador que la rentabilidad bruta. Este ratio divide el exceso de rentabilidad del fondo sobre su benchmark entre la volatilidad de ese exceso de rentabilidad. En otras palabras, mide cuánto alfa (rentabilidad adicional) genera el gestor por cada unidad de riesgo extra que asume. Un ratio superior a 0,5 mantenido durante años indica habilidad real del gestor, no simple suerte estadística. Para fondos que utilizan derivados u opciones, evalúa si el uso es especulativo o de cobertura. Los mejores fondos emplean Covered Calls para generar ingresos adicionales o Collars para proteger posiciones, no para apalancar. La clave está en buscar fondos con procesos repetibles, equipos estables y uso inteligente del nivel de riesgo.
Aunque muchos fondos pueden parecer similares a simple vista, para distinguir los verdaderamente sólidos los profesionales van más allá de los datos obvios y analizan métricas que revelan la verdadera calidad del fondo.
El timing de las decisiones de inversión es revelador
El primer indicador es la consistencia de los cuartiles de rentabilidad: un fondo sólido debe estar en el primer o segundo cuartil en períodos de 3 años. El análisis de las posiciones es muy importante. Revisa si las top 10 holdings coinciden con la filosofía declarada del fondo. Un fondo “value” cargado de growth stocks a múltiplos elevados es una red flag inmediata. También examina la concentración: fondos con más del 40% en las 10 primeras posiciones asumen riesgo de concentración que debe estar justificado. El timing de las decisiones de inversión es revelador. Los mejores gestores aumentan posiciones durante las caídas del mercado y reducen en máximos. Analiza los flujos de entrada y salida del fondo en relación a su rentabilidad. La rotación de la cartera debe ser coherente con el estilo. Un fondo “buy and hold” con turnover del 150% anual está mintiendo sobre su estrategia.
Contrariamente, un fondo “growth agresivo” con rotación del 20% probablemente no está siendo lo suficientemente activo. Finalmente, examina el comportamiento en crisis. Los fondos verdaderamente sólidos no solo resisten mejor las caídas, sino que se recuperan más rápidamente y con menor volatilidad que fondos similares de su categoría.
Lo que más valoro antes de invertir en una empresa
Mi proceso para decidir comprar acciones de determinadas empresas sigue un enfoque sistemático que combina números y sentido común.
Las mejores oportunidades suelen aparecer cuando el mercado sobrerreacciona a eventos que no cambian los fundamentos
Primero, reviso los fundamentos básicos: ROE superior al 15%, márgenes operativos que mejoren con el tiempo, y deuda manejable (ratio deuda neta/EBITDA inferior a 3x). Estas métricas eliminan el 80% de empresas problemáticas. El segundo filtro es la calidad del equipo directivo. Analizo si tienen participación significativa en la empresa y su historial en decisiones de inversión. Un CEO que compra acciones con dinero personal envía una señal muy diferente que uno que solo vende.
La ventaja competitiva sostenible o moat es crucial. Busco empresas difíciles de replicar: barreras de entrada altas, efectos de red, costes de cambio elevados para clientes, o licencias exclusivas. Una empresa sin moat se enfrentará constantemente a nuevos competidores que erosionarán sus márgenes.
Una empresa excelente pero muy cara es una mala inversión
La valoración determina también cuándo comprar. Una empresa excelente a precio excesivo es una mala inversión. Finalmente, evalúo el contexto del sector. Las mejores tabacaleras en los años 80 eran inversiones brillantes, pero hoy se enfrentan a una regulación creciente. En cambio, sectores como ciberseguridad o energías renovables tienen vientos de cola estructurales.
La clave está en encontrar empresas de calidad, con directivos competentes, moats claros, a precios razonables y en el momento adecuado.
El error más frecuente que encuentro en la compra de acciones es confundir una buena empresa con una buena inversión. Muchos inversores se enamoran de compañías con productos fantásticos o historias convincentes, pero ignoran completamente la valoración.
Por ejemplo, Tesla puede ser una empresa revolucionaria, pero si pagas 100 veces beneficios por ella, probablemente obtendrás rentabilidades mediocres. El segundo error es la falta de diversificación. Veo carteras con 5-6 valores, todos del mismo sector o geografía. Cuando el sector tecnológico se desplomó en 2022, estos inversores perdieron el 40-50% mientras que carteras diversificadas cayeron la mitad.
La sobrerreacción a noticias es otro clásico. Los inversores venden en pánico tras resultados trimestrales decepcionantes o compran eufóricamente tras anuncios positivos. Las mejores oportunidades suelen aparecer cuando el mercado sobrerreacciona temporalmente a eventos que no cambian los fundamentos a largo plazo. El timing perfecto es una obsesión irrealizable. Muchos esperan “el momento ideal” para comprar, perdiendo años de rentabilidad por dividendos y crecimiento. Es mejor comprar una empresa sólida a precio razonable hoy que esperar indefinidamente el precio perfecto.
Finalmente, la falta de proceso sistemático. Inversores que compran por impulso, sin criterios claros de entrada y salida, sin análisis previo. Invierten basándose en consejos de redes sociales o recomendaciones de cuñados, no en un análisis riguroso. La clave está en tener un proceso repetible, mantener la disciplina y recordar que invertir es un maratón, no un sprint.
El horizonte temporal es absolutamente determinante en la elección de estrategia
No es solo una cuestión de “largo plazo siempre”, sino de adaptar el enfoque al tiempo disponible y los objetivos específicos.
Para horizontes inferiores a 3 años, las acciones individuales son inadecuadas debido a su alta volatilidad. Un valor puede caer 30-40% en un año por razones temporales, sin que cambien sus fundamentos. En estos casos, fondos mixtos o ETFs de renta fija son más apropiados, priorizando la preservación de capital sobre la rentabilidad.
Entre 3-7 años, los fondos indexados cobran sentido. El tiempo es suficiente para que la diversificación reduzca el riesgo, pero quizás insuficiente para que el análisis individual de empresas compense los costes de oportunidad y el riesgo de concentración. Para horizontes superiores a 10 años, las acciones individuales pueden generar alfa significativa si tienes las habilidades necesarias. Además, las opciones te permiten ser como un “Buffett sintético”: conseguir las rentabilidades de Buffett sin serlo. Puedes generar ingresos adicionales vendiendo Covered Calls sobre tus posiciones o usar Puts protectoras para limitar pérdidas, obteniendo rentabilidades superiores sin necesidad de ser un genio del análisis fundamental.
Sin embargo, hay una excepción importante: independientemente del horizonte, si no puedes dedicar tiempo suficiente al análisis, la indexación es siempre superior. Un horizonte de 20 años no compensa la falta de conocimiento o dedicación. La clave está en ser honesto sobre tus capacidades y tiempo disponible.
Combinar estrategias es la aproximación más inteligente para la mayoría de los inversores
El enfoque “core-satellite” es el estándar en gestión profesional: un núcleo indexado estable (70-80% de la cartera) complementado con posiciones satélite más activas.
El core debe ser tu base sólida: ETFs mundiales diversificados como el MSCI World o S&P 500, que te garantizan la rentabilidad del mercado con costes mínimos. Esta parte nunca la tocas, independientemente de las modas o crisis temporales. Además, sobre estos ETFs puedes implementar estrategias con opciones como Covered Calls para generar ingresos adicionales sin alterar tu exposición base al mercado.
Los satellites (20-30%) son donde puedes expresar tus convicciones: acciones individuales que has analizado a fondo, fondos especializados en sectores específicos, o posiciones geográficas concretas. Aquí también puedes usar opciones más agresivas para proteger posiciones o amplificar rentabilidades. La clave del equilibrio está en el rebalanceo disciplinado. Si tus satellites funcionan bien y crecen hasta representar el 40% de la cartera, vende parte y recompra core. Si van mal y se reducen al 10%, considera si mantener la convicción o aceptar el error.
Un ejemplo práctico: 70% en ETF mundial, 15% en acciones individuales europeas que conoces bien, 10% en un fondo de tecnología asiática, y 5% en efectivo para oportunidades. Simple, diversificado, y con espacio para expresar criterio sin comprometer la estabilidad. Esta aproximación te permite dormir tranquilo sabiendo que la mayor parte de tu patrimonio está segura, mientras mantienes la posibilidad de generar alfa con el resto.
José Luis Díaz
Inversor profesional y formador especializado en opciones financieras, fundador de la escuela Opciones Call y Put



