Funcas: "Una integración europea de la industria de defensa podría elevar la producción un 22%"
La industria europea de defensa afronta un desafío estructural: su fragmentación limita gravemente el aprovechamiento de economías de escala, encarece la producción y frena la capacidad de respuesta ante amenazas de alta intensidad.

La idea, contenida en el último número de Cuadernos de Información Económica, publicación editada por Funcas, es recogida en el artículo de Miguel Ángel González Simón, que plantea, a partir del rango de diferentes estimaciones recientes de diversas fuentes, una propuesta ambiciosa pero cuantitativamente fundamentada: una mayor integración del mercado de defensa de la UE permitiría aumentar la producción industrial un 22% sin necesidad de incrementar el gasto total, lo que equivaldría a 46.000 millones de euros adicionales.
El autor demuestra que una organización más eficiente y colaborativa del gasto en innovación podría movilizar las capacidades industriales hacia una estructura productiva más competitiva y resiliente. "Aunque los países con mayor capacidad industrial concentrarían los beneficios absolutos, todos los Estados miembros se verían favorecidos por una especialización más eficaz y cadenas de valor europeas más sólidas".
No obstante, el informe advierte que este potencial requiere superar importantes barreras políticas, financieras y de gobernanza, y plantea la necesidad de diseñar mecanismos de compensación para asegurar una distribución equitativa de los beneficios.
En el contexto puramente español y muy referido a la diferencia entre percepciones sobre el estado de la economía e indicadores reales, el artículo de María Miyar y Desiderio Romero-Jordán examina la distancia entre los datos macro y la percepción ciudadana.
"A pesar del crecimiento del PIB y la creación de empleo, un tercio de los hogares considera que su situación ha empeorado desde 2019. El aumento de precios y de impuestos se sitúa en el centro de este malestar, con mayor incidencia entre los jóvenes, las familias con hijos y rentas medias".
En este volumen también se analiza la situación financiera de las familias y empresas españolas. Los hogares españoles han mejorado su capacidad para absorber subidas de tipos, aunque esa resistencia se verá limitada si no se recupera el dinamismo inversor del tejido empresarial. Mientras los hogares han aumentado su renta disponible y su tasa de ahorro hasta el 13,6%, las empresas no financieras muestran una rentabilidad decreciente y un retroceso en la inversión.
En su análisis, María Jesús Fernández detecta un patrón pospandemia ya consolidado: hogares más fuertes, empresas más cautas con rentabilidad e inversión rezagadas, y concluye que lo que ha caracterizado el comportamiento de los hogares en los últimos dos años ha sido la contención del gasto en un contexto de crecimiento de la renta y cuentas saneadas, lo que ha impulsado el ahorro.
Por otro lado, el artículo "Mejorando la educación financiera de los adolescentes: vías cognitivas, estructurales y situacionales", publicado por el Área Financiera y Digitalización de Funcas, muestra que los estudiantes con bajo rendimiento en matemáticas y lectura pierden en promedio 58 puntos en la prueba de cultura financiera; aquellos de contextos socioeconómicos desfavorecidos, 41 puntos; y los que no han recibido formación financiera en casa ni en la escuela, 24 puntos.
Pero el estudio también aporta un mensaje positivo: recibir educación financiera formal en la escuela se asocia con una ganancia de 30 puntos PISA, suficiente para compensar la desventaja situacional. Por ello, se recomienda incorporar esta materia al currículo obligatorio, integrarla con matemáticas y lectura, y acompañarla de políticas que aborden también las causas sociales de fondo.
"La conclusión es clara: invertir en educación financiera escolar no solo mejora el conocimiento individual, sino que es una herramienta eficaz para reducir desigualdades y construir una ciudadanía más preparada para los desafíos económicos del siglo XXI".



