AD’IP demanda un cierre inmediato de las obras por la salud de todos
El Presidente del Gobierno insiste en un confinamiento general, que va a llegar la ola más dura, que el Gobierno protege, mientras que el Ministerio aclara que "no es obligatorio el cierre de las obras"
El Presidente del Gobierno insiste en un confinamiento general, que va a llegar la ola más dura, que el Gobierno protege, mientras que el Ministerio aclara que "no es obligatorio el cierre de las obras"
El Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparecía las noches del sábado y del domingo ante todos los españoles y pedía a los ciudadanos que se prepararan emocionalmente, porque llegarán en la próxima semana días duros, el impacto de la ola más dura, que lo peor está por llegar y lo necesario que es para poder salir victoriosos el cumplir con el estricto confinamiento general. Y mientras el Presidente del Gobierno hace, una vez más, este llamamiento e insiste sobre el Estado de Alarma decretado y lo necesario de permanecer en casa para evitar la expansión de este virus, el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo aclara en su apartado de Consultas y preguntas frecuentes sobre Industria y PYME que no prohíbe la actividad económica y no establece ninguna limitación al trabajo en obras y tampoco al transporte de los productos necesarios para desarrollar una actividad laboral.
No, en estas circunstancias los ciudadanos no están preparados emocionalmente para afrontar esta situación. Mientras el discurso que se escucha del Presidente del Gobierno va en una dirección su Ministerio dirige al Sector de la Construcción a la contraria.
AD’IP es una Asociación a nivel nacional, sin ánimo de lucro, que representa a grandes y pequeñas empresas, a autónomos con personal a su cargo y que además tiene también una fórmula de representación para el autónomo sin personal a su cargo. Sus Asociados son Instaladores de Sistemas de Construcción Seca, Falsos Techos, Aislamientos y Revestimientos. Tal y como se refleja en el lema “somos los instaladores del diseño “de la ahora aplazada 9ª Convención ADIP, a celebrar en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, esta Asociación representa a los instaladores que crean el entorno de los espacios donde se vive.
Hoy lunes se inicia la segunda semana tras el Decreto de Estado de Alarma. Para las obras solo la mitad del personal está disponible, por síntomas o afectado, cuarentena o miedo al contagio, y desplazarse todo el personal con los medios de la empresa, en furgonetas u otros vehículos, cumpliendo con las limitaciones impuestas por el Real Decreto y posteriores aclaraciones, es prácticamente imposible. Medios de transporte público, siendo todo un desafío y dependiendo de las posibilidades del lugar en el que estén localizadas las obras, o con los medios propios de cada trabajador y teniendo que justificar a policía y guardia civil en todos los controles la necesidad imperiosa del desplazamiento son el día a día.
Los trabajadores llegan a la obra, donde las concentraciones desde el propio acceso a la misma ya son difícilmente evitables. Y se tiene que ir a trabajar porque el Ministerio dice que el Estado de Alarma no conlleva la paralización de las obras, por lo que el no continuar los trabajos provocaría el incumplimiento de contratos, la paralización de los pagos y hacer frente a las penalizaciones, una total ruina para todas las empresas y los miles de personas que viven de su trabajo y salarios. Además, al disponer de menos personal para hacer frente a los compromisos, provoca también que exijan más rendimiento en las obras y que argumenten los contratistas que, cuando en unas semanas se acabe el Estado de Alarma, todos los plazos de finalización de obras se echarán encima. Los coordinadores de seguridad exigen el cumplimiento de las estrictas recomendaciones del Ministerio de Sanidad y, en cualquier caso, las empresas instaladoras tienen que firmar la asunción de esa responsabilidad. Y la realidad es que no se puede garantizar la salud del personal en obra.
Los Hospitales sin medios suficientes de protección y teniendo que emplearse y destinarlos a las obras, es algo realmente increíble e incompatible con cualquier argumentación.
Sin mascarillas, con un solo grifo en la obra de toma de agua, tanto para la higiene como para el trabajo, un solo aseo portátil para cuarenta trabajadores, cierran las zonas habilitadas como comedor por ser concentración de contagios, se tiene que comer un bocadillo de pie, o lo que cada uno lleve de casa, porque no está abierto ningún negocio de restauración, tampoco para poder utilizar sus servicios. Se han de efectuar montajes de materiales con la ayuda muy próxima de otro compañero de trabajo, con lo que es imposible respetar las distancias de seguridad. Hay una necesidad inevitable de compartir muchas herramientas y muchas veces al cabo del día. No se puede sostener que en los supermercados adviertan del cuidado que el ciudadano tiene que tener al compartir carros de compra, al tocar mostradores o artículos, tantas medidas de seguridad como se deben tomar, y aún sigan las obras abiertas.
Y después de acabar la jornada, con la mente puesta en esta grave situación, el trabajador se va preguntando por el camino en qué momento de tantos sucedidos al cabo del día se puede haber contagiado y con ello poder llevar a su familia la trasmisión de este virus. Mientras que salen de la obra les gritan, les abuchean y les increpan, diciendo que están provocando que esto se alargue, que el trabajo que se realiza no es de primera necesidad. Lo peor es cuando las miradas de los vecinos les persiguen y los amigos les comentan que cuándo este Gobierno se va a tomar esto, de una vez ya por todas, con la seriedad que merece y ayuda que todo el mundo se quede realmente confinado y parar esta fatal propagación.
Es esta la verdadera realidad emocional que viven la mayoría de los profesionales que trabajan a diario en obra. Impotencia y soledad ante la situación, no hace falta prepararse emocionalmente faltan decisiones coherentes.
Si la producción sigue y no hay una reducción notable de esta producción, como se exige para justificar la viabilidad de la suspensión temporal de la actividad, no se puede de forma unilateral parar las obras ni asumir los costes contractuales, sociales y salariales. Se precisa el cierre ya de todas las obras por fuerza mayor.
En la gran mayoría de las obras, en un 80% de las mismas, es prácticamente imposible mantener las medidas sanitarias impuestas para evitar el contagio del COVID-19.
El confinamiento total, con la única y exclusiva participación activa de la actividad productiva necesaria para garantizar los servicios indispensables, que se encuentran entorno a preservar la Sanidad y la Alimentación, es lo único que logrará mantener la salud de todos y además despegar la economía cuanto antes. Sí, porque cuanto antes se produzca el confinamiento total antes existirá un control real de esta propagación.
Ayer llegaba la noticia que el primer ministro de Italia dirigió el sábado a sus ciudadanos “se ha ordenado el cierre de toda actividad de producción no esencial”, y la pregunta es cuánto más tiempo se tendrá que ir a remolque de los acontecimientos sin dar una respuesta clara e inmediata, por favor, que se decrete YA el cierre de todas las obras por fuerza mayor.
Desde AD’IP se viene haciendo este llamamiento y se ha abierto una solicitud de firmas para conseguir que esta ya desesperada petición llegue a las Administraciones Públicas y que entre todos se consiga que se anteponga el bien común, el aislamiento y el distanciamiento social para ganar esta guerra a la incontrolada trasmisión del virus.
La firma es necesaria http://chng.it/BbFhjCKtPL por favor, seguir el enlace.
Fuente Comunicae